¡Hola!
Hoy os quiero enseñar cómo transformé una caja de vino, de las de madera,
en una caja para guardar puntillas.
Hace ya más de dos años (lo sé por la fecha de captura de las fotos y
concretamente era mayo del 2011) tenía una caja de vino, de ésas que te suelen
regalar para Navidad. Y pensé: "Me va a ir genial para guardar las puntillas
bien ordenaditas, que tengo muchas y están metidas en una bolsa de plástico,
enredadas unas con otras".
Así que no me lo pensé mucho y me puse manos a la obra.
Por aquel entonces aunque no tenía el blog, ya tenía la costumbre de
fotografiar las cosillas que iba haciendo. Y menos mal, porque gracias a esa
costumbre, manía, o lo que sea, ahora tengo fotos de la transformación -de las
que no hice son las del proceso, nunca imaginé que os las iba a enseñar-... Si
fuera ahora lo tendría paso a paso todo retratado... je je.
El material que usé fue:
- una caja
- papel de lija o lijadora eléctrica
- masilla para madera
- pintura
- cola de carpintero
- papel de regalo
- puntillas, pero también pueden servir cintas, cuerdas, etc.
Primer paso: Retiré el asa de cuerda que llevaba la caja. Podéis observar en las fotos que la caja estaba separada en tres compartimentos a lo largo. Mi idea era hacer dos y a lo ancho, de modo que procedí a retirar los separadores y a cortar uno de ellos según la anchura interna de la caja.
Segundo paso: Como la caja tenía el sello de la empresa gravado en la
madera, tuve que rellenarlo con masilla para que quedara igualado. También miré
si había algún nudo en la madera, que a veces tienen pequeñas grietas y las
rellené con la masilla. Y, también muy importante, rellené las ranuras por
donde encajaban los separadores que había quitado, ya que no los iba a utilizar.
Tercer paso: Una vez la masilla estuvo bien seca, tomé la lijadora
eléctrica y empecé a lijar muy bien la caja, por dentro y por fuera. Primero
usé un grano un poco grueso, después acabé lijando con un papel de lija muy
finito, para que la madera quedase bien suavecita. Con un trapo un poco húmedo
la limpié de polvo.
Cuarto paso: Pinté la caja. El color escogido fue el verde manzana, pués quería un
color alegre. Le di dos manos de pintura y la pinté también en el interior.
Quinto paso: Con el papel de regalo procedí a forrar el fondo de la caja y
el separador. Para ello extendí la cola con un pincel, puse el papel, lo
estiré ayudándome de una espátula y le pasé una capa de la misma cola por
encima, para que quedase reforzado y a la vez protegido.
Sexto paso: Encolé el separador en el centro de la caja
Séptimo paso: Decoré el exterior de la caja con el mismo papel que había
usado para el interior, pero aquí no le puse la cola encima del papel. Añadí
puntillas a gusto, y cuando ya lo di por acabado... barnicé todo el exterior de
la caja con barniz transparente semi-mate. De esta forma, papel y puntillas
quedaron más fuertes y protegidos, ya que la caja iba a de tener mucho uso. Añadí el tirador que llevaba de origen la caja (aunque cualquier día lo cambio
por uno más bonito) y...
¡Listo! ¡Caja acabada!
Bueno, hay que añadir un pasito más, con unos cartones forrados con el
mismo papel hice unas "bobinas" para poder enrollar las puntillas y
que quedasen bien recogiditas.
Y ahora sí... ¡Esto es todo!
Monísima! Gracias por compartir! ;)
ResponderEliminarVaya transformación que le has pegado a la caja de vino. Me encanta.
ResponderEliminarUn beso y feliz finde.