
Hará unos dos años que unos amigos italianos nos regalaron una botella de vino ENORME, pero cuando digo enorme, es por que es enorme de verdad, una botella de ¡cuatro litros!, que tuvimos que beber entre muchos y nos duró unos cuantos días.
Y aquí tenéis la prueba, le hice una foto al lado de una botella "normal"...
Después de todo este tiempo guardada en un rincón del garaje de casa, este verano le tocó el turno para ser reciclada -nada más y nada menos- que en un botiquín que colgaré de la pared y así tendré a mano el material para las primeras curas y los medicamentos de más uso.
Pasos que seguí para convertir la caja de vino en botiquín:
Primero: Lijé bien la caja por dentro y por fuera y le di dos capas de pintura. El color que escogí es blanco antiguo.
Segundo: Puse en el interior un par de estanterías que las hice con unos retales de chapa de madera de medio centímetro más o menos de grosor. En la puerta hice, con la misma madera, dos departamentos estrechos para poder poner las tijeras, pinzas, etc.
Tercero: Forré las estanterías con papel muy fino de Decopatch, que es especial para hacer decoupage, y para que quedara más resistente les di una capa de barniz transparente.
Cuarto: Decoré la puerta. Para ello dibujé frascos, botes de pastillas, unas tijeras, el termómetro, etc. El dibujo ha de ser sin detalles. ¡Ah! y también puse lo que es, es decir Botiquín, pero en catalán que se dice Farmaciola.