A veces, sin
pensar demasiado, me pregunto: ¿Cómo es que me gusta tanto hacer labores?
Pues bien, hoy
estaba buscando un mantel bonito que me sirviera de fondo para hacer unas fotos
y, sin darme cuenta, me he encontrado con la respuesta.
Entre mis manos
tenía unos sencillos manteles que estaban elevados a la categoría de preciosos
por la puntilla tejida a ganchillo. Tan bien trabajada. En su justa tensión,
con los puntos bien enzarzados. Las servilletas con el ribete de picots…
La autora de
estas “obras de arte” no es otra que mi madre. Ella me dio el ser y me ha dado
también su saber hacer. He tenido la gran suerte de, no sólo aprender con ella
y de ella, sino de heredar su gracia.
Mi madre es una
mujer de las de antes, de las que pasaron una guerra siendo pequeñas y, por ello, llevan marcada en su piel una dura posguerra. Es de esas personas que viven por
y para los demás, y no puede ser de otra forma. La criaron así y ella lo aceptó
sin pararse a pensar si su vida podría haber sido de otra manera.
Mi madre es de
esas personas que me sorprende cada día.
Acepta la vida como le viene, y va solucionando
las cosas paso a paso. Con optimismo. Cuando las dan mal dadas, suelta su frase: “Hija, ¿qué quieres que haga? Si la vida es así, no me voy a echar a llorar,
¿no?” Y no lo hace, como mínimo delante de nosotros.
Es presumida. Le
gusta vestirse con colores alegres (la vida es ya bastante gris, dice) y le
sientan bien. Es jovial, habladora, amiga de sus amigas. Hermanísima de su
hermana. Hermana de su cuñada, sí, de su cuñada (se quieren como si lo fueran).
Abuela, tía, vecina. Es…" la Luisa". Y estoy orgullosa de que sea mi madre y de
que me digan que cada día me parezco más a ella. Ojalá.
Podría seguir
hablando de ella y llenar líneas y líneas. De hecho, podría llenar tantas que
podría escribir un libro, así que lo dejo aquí. Ha sido un pequeño homenaje a mi
madre.
Os enseño las
mantelerías que me ha hecho últimamente.
La de color ocre
me la regaló el verano pasado. Es muy larga para que, cuando somos muchos y estiro la mesa, quede toda cubierta. Es de hilo. Tiene un tacto
y una caída geniales. Lleva un poco de
mezcla, con lo que no cuesta nada plancharla. Ya la he usado en varias ocasiones y, de verdad de la buena, que queda genial y se lava y plancha muy, pero que muy bien.
Bonito homenaje a tu madre, lleno de cariño y sentimiento. Preciosas puntillas y muy lindas las mantelerias. Disfruta de tu madre y sigue enseñándonos bellos trabajos.
ResponderEliminarGracias Mavi, imagino que para los hijos todos los padres somos especiales... lo que pasa es que a veces dejamos pasar la vida sin decirlo.
EliminarUn beso.
Oooh Dios mío!!!!! Como me gustan los trabajos de las madres y las abuelas!!!!
ResponderEliminarReflejan tanto su "saber hacer"... tienen el encanto del paso de los años y nos recuerdan el poder de unas manos creativas y siempre cariñosas.
Me he emocionado leyendo la emotiva descripción de tu madre, me recuerda tanto a la mía.....
Enhorabuena Vicki, las que nos sentimos así, somos unas privilegiadas.
Un beso guapa.
Gracias Myriam, como son madres de una época dura. De todas formas, las madres siempre son especiales...
EliminarUn besote muy fuerte.
Que macas !!!, quina passada de ganxet. Les trobo precioses, jo no hi entenc i sé que les grosses són deficils i espectaculars però m'he enamorat de la mostra petite que semblen petites cireres. ahir vaig comprar tela de mocador de fer farçells per fer una mantelería i pensabe fer una petita punteta, però ara ho veig encara mes difícil. Ja li pot dir a la teva mare que és tota una artista. Quina pena que les mares no tinguin blog perque ens prodríen ensenyar moltes coses. Una abraçada.
ResponderEliminarLourdes, no et desanimis, semblen més díficil de que en realitat són. Li preguntaré a ma mare com ha fet pa punteta petita i ja et passaré les instruccions per si t'animes a fer-la. Jo faig fer uns tovallons, quan era adolescent, i no recordo que fos molt complicat.
EliminarUn petonet