¡Hola!
Tengo la suerte de vivir en un pueblo y muy cerquita de
caminos para pasear por el lado del río, entre campos sembrados de maizales,
girasoles, trigo, extensiones de manzanos y bosques. Al fondo, en el horizonte,
los Pirineos, que en esta época están nevados, y también en esta época es muy
típico que sople la tramontana, un
viento fuerte que nos azota muy a menudo y con el que nos hemos acostumbrado a
vivir.
Cada mañana hago un paseo con los perros, para que corran,
se cansen y, después, pasen el día holgazaneando en su manta.
asi quedan las plantas cuando sopla la tramontana |
Pues bien, mientras paseo, me voy fijando en cosas: una
madera que me puede servir para hacer un candelabro, unas ramas con bolitas
rojas para poner en un jarrón, otras ramas para construir un árbol de navidad, unas
florecitas escarchadas para hacer una fotografía…. Mi cabeza no para de pensar
en hacer cosas con aquello que voy encontrando por el camino.
Estos días he salido a pasear cargada con la cámara de
fotos, unas tijeras de podar y una bolsa, y he vuelto a casa con “tesoros” para
hacer detallitos y decorar mi casa.
Os quiero enseñar qué es lo que he ido haciendo con lo
que la naturaleza (y a veces también el hombre) va dejando por los caminos.
Corté unas ramas llenas de frutos rojos, de un arbusto
que en castellano se llama espino o majuelo, y que su nombre científico es
Crataegus. Las puse en un jarrón de madera, sin agua.
Poco a poco se irán secando, y espero que los frutos
duren todas las navidades.
Así de bonito queda.
¡Hasta pronto!
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Vicky
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